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Wilkinson aún es el número 1(0)

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La imagen fue tan hermosa que obliga a reducir al mínimo las palabras. Lo imprescindible para quien no la viera en directo, en el colofón de un partido vibrante que corona los duelos que habían construido un extraordinario relato. El de los Saracens, equipo aspirante a la doble corona Premiership inglesa / Copa de Europa, dominador de su competición doméstica con un estilo metálico; y Toulon, equipo auspiciado por la fortuna de Mourad Boudjellal, dirigido por el siempre controvertido Bernard Laporte, precipitado de estrellas pero capaz de ir mucho más allá del pie (a menudo decisivo, especialmente estas últimas semanas, de Wilkinson): Sobre todo, y aunque sobre el campo se reuniesen tantos otros jugadores formidables, el partido fue construido mediáticamente alrededor duelo entre Jonny Wilkinson contra Owen Farrell: la dialéctica generacional entre los dos números 10, el enfrentamiento de dos francotiradores privilegiados, la semifinal de la Heineken Cup.Desde luego el regreso de Wilkinson a la catedral de Twickenham. Y, por supuesto, la convocatoria de losBritish & Irish Lions, que ha salido hace poco rato y no tiene a Jonny Wilkinson en sus filas. Pero sí a Farrell. Los medios de apertura en la gira por Australia en junio serán él y el indiscutible dominador actual de la posición en el Hemisferio Norte: Jonathan Sexton. Ésta es la lista completa, con Sam Warburton de capitán(decisión controvertida y arriesgada), con Brian O'Driscoll y Paul O'Connell en su último gran servicio para la causa. Wilkinson no está, como era de prever. Pero, antes de la decision de Gatland, dejó una última actuación portentosa y una imagen bellísima, por ajustada, que es objeto de esta reflexión. Porque cuenta toda la historia y remite -aun en la distancia temporal y objetiva- al célebre drop de para ganar el Mundial de 2003; y porque revela hasta qué punto, de modo consciente o inconsciente, los dos protagonistas asumen su papel en la tremenda narración de las últimas semanas. Y en su desenlace. La imagen es ésta, desglosada en secuencia:

Wilko1

 Wilko2

Wilko3

 

Wilko4

 

Wilko5

 

Con ese drop de izquierda, Wilkinson cerró la victoria de Toulon en Twickenham. Su pase a la final de la Heineken Cup y támbién el resto de debates. Establecido que Jonathan Sexton iba a ser sin lugar a dudas el apertura titular de los Lions, quedaba por ver cómo estructuraba el puesto Gatland en su lista de este martes: si se decidía con dos aperturas puros, más otro versátil que también pudiera actuar de centro. En ese escenario cabía la inclusión de Farrell... y la de Wilkinson. "No hay otro jugador que pueda cerrar los partidos como Wilkinson en situaciones de presión", analizaba Stuart Barnes en la televisión inglesa durante el partido del sábado. Ayer mismo otro histórico como Jerry Guscott consideraba que los aperturas deberían ser Sexton y James Hook. Y no incluía a Wilkinson porque no estaría disponible para el primer partido de la gira, por los compromisos definitivos del Top 14 con Toulon: en ese sentido, recordaba Guscott, la política en una cita de los Lions es inquebrantable: nadie puede tener privilegios de incorporaciones tardías. Hay que anotar que Guscott tampoco anotaba a Farrell entre los turistas. El debate sería interminable sería y será interminable, aun después de la decisión.

 

Uno suscribe la opinión de Barnes: Wilkinson se había ganado su llamada. Su juego, su competitividad, su estado de forma, su ascendencia... y desde luego su pie constituyen un arma incomparable, aún hoy a su edad y admitidas todas las enmiendas que se le quieran hacer. Los últimos partidos de Wilkinson han coronado su excelente nivel; sus últimas actuaciones frente a Leicester y Saracens han sido memorables, sin más. No sólo por su forma de decidir, sino también por todo lo intermedio. Y porque resulta siempre excepcional un deportista, en cualquier disciplina, capaz de asumir la pesadísima carga de la expectativa en los duelos vitales con la naturalidad y la rotundidad con la que lo hace todavía Wilkinson. Las respuestas de Farrell en esas circunstancias han sido algo excesivas (recordemos su agresividad injustificada en algunos partidos del Seis Naciones) o pálidas (como en el partido contra Toulon este sábado). Farrell aún tiene 21 años y aprenderá a dominar situaciones como esas, como tuvo que aprenderlo Wilkinson: es mentalmente duro y, parece, competitivamente dispuesto a la madurez. Otra cosa es su juego de apertura, la creatividad, las capacidades para avanzar con la pelota y hacer jugar. Pese a todo, los entrenadores y el periodismo deportivo inglés lo siguen considerando una suerte de elegido. Hay Farrell para mucho tiempo. Veremos a dónde llega...

 

Por ahora, sabemos que Wilkinson no volverá a ser un Lion, pero aún es un número 1(0). La jugada final con Farrell en Twickenham lo sintetiza: el side-step de Wilko para hacerse espacio frente a la presión: algo que el apertura de Toulon debió hacer en un buen número de ocasiones ante el hostigamiento constante de los terceras y centros de los Sarries. Wilkinson sacrificó sus patadas posicionales, esa capacidad de decidir dónde y cómo se juega cada balón gracias a la precisión milimétrica de su pie, y a cambio ofreció un retablo de pasos laterales, cambios de dirección y esquivas para, llevando la pelota en la mano, percutir ganando siempre la línea de ventaja y generar una plataforma de ataque para su equipo unos metros más adelante. Giteau fue quien asumió el juego al pie que Wilkinson no pudo desarrollar. Y lo hizo, entre otras cosas, de forma magnífica. Con Farrell encima, el apertura de Toulon abre el cuerpo, hamaca el tronco con finura ante el inminente impacto y cruza un botepronto de izquierda que va dentro en diagonal. Toulon ya había manejado el partido; ahí acabó de ganarlo. Farrell cae sobre Wilkinson, los dos miran la dirección y el destino de la patada: cuando ve cómo esa pelota cruza el aire entre los palos, Farrell rinde la cabeza en un gesto de derrota con enorme poder metafórico: es el adiós a la final, es la asunción de que el Maestro aún es el Maestro; es el final de los debates, de cualquier naturaleza. Es, o lo será en forma retrospectiva, necesaria admiración por la prevalencia de un jugador como Wilkinson, por su magistral vigencia como número 10, pese a su edad, las lesiones, la leyenda, la presión, la expectativa y la competición. El caballero Wilkinson, por fin, golpea amistosamente, en señal de consuelo y de respeto, al joven derrotado. Vista en imagen continua, resulta igual de emocionante.

 

  


Postdata: este post quiere relatar la última hazaña de Jonny Wilkinson. Y también servirá como despedida de 'Mamá, quiero ser pilier', el blog que AS me invitó a compartir con los lectores el pasado mes de agosto y que hoy finaliza aquí, en trayectoria paralela, como no puede ser de otro modo, a la del autor. Las circunstancias obligan a esta despedida. Dejamos de escribir para AS y por tanto abandonamos este espacio, tan prominente, en un medio del que me ha gustado formar parte hasta el último día. El rugby seguirá siendo nuestra pasión y la seguiremos alimentando, en otros espacios y quizás, si el ánimo alcanza, en otros formatos más perdurables que internet. A todos los que se han asomado a este paisaje ovalado, gracias de corazón. Por la atención, la generosidad, las aportaciones y la presencia. No hagan pasillo, porque de una u otra forma este partido sigue. Nos vemos en el rugby... Y sea bienvenido, quien lo desee, al nuevo 'Mamá, quiero ser pilier'.

 

 


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